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La selección de México llega a Rusia con las ganas de superar la barrera de octavos de final, su fosa en los seis últimos Mundiales, en un campeonato que afronta con muchas dudas por la plaga de lesiones de los últimos meses y marcado por la erosión de un proyecto que vuelve a repetir los mismos pilares que hace cuatro años en Brasil.